4 de marzo de 2013

Y, por fin, llegó el día. La practicidad hecha equipo.

Foto: cordopolis.es 
No fue el mejor Villarreal de la temporada. En cuanto a juego, el partido fue bastante pobre. Pocas combinaciones, equipo poco vertical... Sin embargo, fuimos eficaces. Contundencia en defensa, estabilidad en el centro del campo, eficiencia arriba.

Marcelino parece haber dado con la tecla. Una tecla que pasó desapercibida para los últimos cuatro entrenadores del Villarreal. Con Garrido, el Submarino fue un equipo de contrastes: semifinales de Europa League, clasificados en descenso en Liga. Juan Carlos tuvo la suerte de heredar un equipo hecho por y para Manuel Pellegrini, pero en cuanto intentó meter mano la lió. Molina pecó de novato: del C al primer equipo en muy poco tiempo. No funcionó. Lo mismo le pasó a Velázquez: su juventud le jugó una mala pasada. Poco rodaje de entrenador. Aunque apunta maneras, tiene mucho que mejorar. Y Lotina, que lo intentó, pero el daño ya estaba hecho.

Meses atrás, los motivos para creer eran prácticamente inexistentes. El equipo erraba por los campos de Segunda, perdido entre esquemas muy cerrados, pocas variantes técnicas y jugadores pasados de peso y sin ningún tipo de amor propio. El ascenso se antojaba tarea imposible. Hasta que llegó Marcelino.

El técnico asturiano ha sabido reconvertir al Villarreal. Ha sido como tunear un 600 y convertirlo en una máquina prácticamente perfecta. Ayer, en Córdoba, el equipo dio el paso adelante que se venía pidiendo. Y no fue por su fútbol. Fue por si practicidad. Juan Carlos, una vez más, sobrio, muy acertado. Pocas intervenciones, pero las que tuvo fueron buenísimas. Bien por alto, seguro en las salidas. 

La defensa estuvo perfecta: ni una concesión, contundencia al corte y juego del balón desde atrás con criterio. El centro del campo, correcto: perfectos en las transiciones, y correctísimos aguantando el balón cuando se tenía que aguantar. A la labor de Bruno en defensa y Farinós en organización del ataque hay que añadir, sobre todo, la de Javier Aquino. El mexicano estuvo acertado, y fue muy eficaz. Paradójicamente, más en defensa que en ataque. La banda derecha de la defensa del Submarino, a priori la más débil, estuvo ayer perfecta. 

Finalmente el ataque. Pese a que Uche, una vez más, no estuvo a su nivel, el nigeriano y, sobre todo, Jonathan Pereira cumplieron. El galleguiño tuvo dos. Una a puerta vacía; otra, prácticamente imposible de meter. Ya sabemos cómo acabó: balón por encima del larguero en una ocasión que todo delantero agradece  y golazo espectacular en otra, a priori, imposible de meter. Un gol digno de un crack.

Si antes el Villarreal se identificaba con los jugones (Cazorla, Valero, Senna, Bruno, Rossi, Ibagaza...), hoy su aspecto más característico es la zona defensiva. El portero ha sabido asentarse y conseguir una regularidad que, a principios de temporada, parecía inalcanzable. La defensa ha logrado ganar en contundencia y orden. Ahí es donde empiezan las jugadas ofensivas del Villarreal. Antes, era el centro del campo el que defendía y atacaba. Los atacantes estaban dormidos y la defensa despistada. Ahora, el ataque es eficaz y la zaga expeditiva y sobria. Parafraseando al gran Don Alfredo Di Stéfano, "el mejor atacante puede ser el lateral derecho. O el portero".

El Villarreal ha dado el paso. La garra, la lucha y las ganas de jugar han vuelto a la plantilla del Submarino. Ahora sí que hay motivos para creer. Tal y como está el equipo, me aventuraría a decir que se nos van a escapar muy pocos puntos de los restantes. Gracias, Marcelino. Gracias por devolvernos al Villarreal. #TornaremMésFortsQueMai

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por participar.