22 de julio de 2012

LLAMADA A LA ILUSIÓN

13-05-2012. Una fecha grabada a fuego en el corazón de todos los groguets. De la esperanza por tener en la mano la salvación a la preocupación tras el gol de nuestro verdugo oficial (responde al nombre de Radamel) y, finalmente, a la desesperación total tras el gol del Rayo Vallecano. Lo tuvimos ahí tantas veces, sólo hubiese hecho falta sacar un punto en alguno de los partidos anteriores. Ya lo teníamos en Mestalla, y otra vez se nos escapaba en los minutos finales. Lo tuvimos contra el Atlético, y de nuevo se nos escapó. En una Liga como esta, tantos errores no se perdonan. 


Las caras de la parroquia amarilla en El Madrigal eran un verdadero poema. Lágrimas por todas partes. Era imposible que todo se hubiese desarrollado de una manera tan perversamente perfecta. Era imposible que un equipo que jugó Champions esa misma temporada acabase hundiéndose de ese modo. Era imposible que un club honrado, amante del trabajo bien hecho, uno de los pocos que compiten honestamente, viese como todos sus esfuerzos caían en saco roto. Simplemente no era justo.




Personalmente, me sentía perdido al salir del campo aquel día. Ahogaba el corazón ver cómo un equipo que apenas un año antes se había paseado por campos de élite europeos, ahora estaba en esa situación. La Segunda División, esa gran desconocida en los últimos años, tan lejana para un conjunto con el nivel del Villarreal CF, iba a ser nuestro campo de batalla al año siguiente. Nos habíamos acomodado en la cima. Simplemente, no estábamos acostumbrados a caer ni siquiera un peldaño. Pero eso fue lo que nos tocó vivir.


Sin embargo, desde el mismo día del descenso, algo grande se empezó a gestar en el vientre de nuestro club. Recuerdo a nuestro Presidente salir al campo justo después de perder la categoría. Entre lágrimas, un mensaje: TORNAREM.



Dicen que, a veces, es mejor retroceder un poco para tomar impulso y llegar más lejos todavía. Sinceramente, yo lo creo así. Por el trabajo que está haciendo la cúpula amarilla, por la limpieza, tanto de vestuario (la de más repercusión) como de grada (por fin, adiós a los "chaqueteros"). Por la apuesta por un cóctel hecho a base de juventud, descaro y garra (Trigueros, Moi Gómez, Mariño, Mario...) con un toque de historia y compromiso hechos carne (Marcos Senna y Javi Venta), todo ello mezclado por el valiente Julio Velázquez y servido por el gran, el GRAN, Don Fernando Roig. Las ganas de que empiece ya la temporada son incontenibles. Me muero por estar en la grada. Por ver al equipo de corto, luchando por el ascenso, dejándose la piel en el campo. Por unirnos todos en un único grito: HASTA EL FINAL, VILLARREAL.



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